Por Clara Sánchez
Crecer duele. Más cuando eso implica romper los muros “inviolables” que los padres construyen para proteger a sus hijos. Esta es la historia de Luca, pastor de unos peculiares peces-cabra entre los que destacan nada más ni nada menos que Giuseppe, en un guiño del director Enrico Casarosa a su colega, el realizador Giuseppe Tornatore, autor de Cinema Paradiso y la mismísima Mona Lisa.
Luca coincide con Alberto, un joven intrépido quien lo invita a cruzar las fronteras seguras parentales y, junto con el miedo de romper las reglas, aparece el asombro incontenible por descubrir un mundo nuevo y excitante y así, en un par de minutos, inicia la lucha sin fin entre el principio de placer y el de realidad.
Debajo de esa primera capa se entreteje la lucha de Luca y Alberto por dejar atrás la niñez frente a la inminente llegada de la adolescencia, ahí se ponen en juego el amor filial vs el fraterno vs el enamoramiento; las lealtades, los deseos y por supuesto el deber ser.
Durante su aventura aparece una tercera en discordia Giulia, una chica rebelde e inteligente que cambiará los planes de este dúo. Los tres forman una fraternidad, “los renegados”, que destaca por ganarse el respeto del resto de los niños y sus familiares en un contexto hostil perfectamente definido por la abuela de Luca: “hay personas que jamás los aceptaran, pero hay otras que si y parece que ya saben como encontrar a las buenas.”
Producida por Pete Docter, realizador de Soul, la cinta tiene como eje central la inclusión que ha tenido múltiples lecturas, desde las más básicas enfocadas en las diferencias raciales y/o socioeconómicas hasta las más arriesgadas, las cuales aseguran que hace una alusión a la orientación sexual y a la salida del closet-fondo del mar.
A pesar de que Casarosa haya insistido que ésta última lectura está muy lejos de su propuesta creativa, ya que su interés era explorar la amistad entre dos jóvenes durante la adolescencia, lo cierto es que las tonalidades de los cuerpos de los personajes, su metamorfosis y la coincidencia de haberse estrenado justo a mediados de junio, durante le mes del orgullo LGTBTTTQ+ permitió que la película fuera vista desde esa óptica. Al parecer toda ha quedado a nivel de especulaciones, lo cierto es que si abre la posibilidad de tocar el tema, bienvenida sea, pero muy lejos estaría de poderse considerar como la primera película de Disney Pixar que incluye abiertamente a personajes de la comunidad como protagonistas de sus historias.
La belleza estética de la película, muy al estilo de Disney, se encarga de nueva cuenta, como sucedió con Río, de subrayar el folclor de la bella Italia, ahí están presentes, para empezar, las leyendas marinas de los hombres peces, entre ellas las sicilianas y las napolitanas, las icónicas motocicletas Vespas, el hipnotismo del futbol y no podía faltar la pasta en sus múltiples presentaciones.
Considerando la época vacacional, consigue atrapar a los niños por el colorido, la comedia y los estereotipos presentes en los bandos de los chicos buenos vs. los chicos malos. Sin embargo, este escenario básico permite que, con un buen acompañamiento paterno, la película se convierta en un detonador de platicas cada vez más necesarias sobre temas como el bullying, la inclusión, la equidad, la libertad, la responsabilidad y la camaradería.
La otra cara de la moneda es la crítica que se hace, a partir de los diálogos de los protagonistas, a la forma como perciben que son abandonados, cuidados y/o sobreprotegidos. De igual forma exponen sus requerimientos afectuosos así como la necesidad de validación para seguir su camino. Y quizá el equilibrio recae justo en el padre de Guilia, un hombre alto imponente de ojos casi invisibles cuya rudeza se compensa con un instinto agudo capaz de comprender los sueños de su hija.
Dentro de los recursos de sobrevivencia uno muy peculiar es Bruno, nombre al que recurre Alberto para nombrar al autor de sus pensamientos aterradores o catastróficos; para calmarlo simplemente se dirige a él y le pide que lo deje en paz.
Entre los datos curiosos cabe destacar que, debido a la pandemia, es la primera cinta de animación de los estudios hecha de forma remota dado que los animadores, los creadores de los efectos especiales, los montadores e incluso los artistas de doblaje trabajaron desde sus casas.
Luca es una propuesta sencilla, palomera incluso, sin embargo ha conectado con un público que ahora se muestra expectante de una segunda parte…quizá para comprobar la teoría sobre la relación homosexual…o tal vez por que en la sencillez también radica la posibilidad de proyectarse con mayor facilidad como si se tratase de un espejo muy grande donde caben muchos significados y significantes, dependiendo desde el ángulo por donde se mire.
Así la película garantiza un rato disfrutable, lo cual en tiempos de confinamiento se agradece bastante, con la opción de entrarle desde la necesidad de auto aceptación en un universo donde cualquier cosa que nos ubique ligeramente fuera del promedio es digna de ser criticada, en resumidas cuentas es una invitación para abrazar las diferencias.
Luca (EUA, 2021)
Director: Enrico Casarosa
Reparto: Jacob Tremblay, Jack Dylan Grazer, Emma Berman
Voces en español: Luca (Sebastián Albavera Flores), Alberto (Iván Bastidas), Giulia (Gigi Jaquim), Tío Ugo (Omar Chaparro) Ercole Visconti (Moisés Iván Mora), Massimo (Santos Alberto), Daniela Paguro (Gabriela Guzmán) y Lorenzo Paguro (José Luis Orozco).
Puedes verlo en: Disney+