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            • cerrar ciclos
            • resignificar
            • rituales

            El 2020 está llegando a su fin y, a diferencia de otros años, este nos urge que termine porque fue devastador en muchos sentidos. Quizá justo por esa razón hoy más que nunca, es importante hacer “un corte de caja,” tomarnos unos minutos para recapitular lo que hemos vivido, sí, en pocas palabras cerrar el ciclo.

            Pero ¿existe…?

            Por supuesto. Hay quienes creen que los ciclos anuales solo son una convención social, pero no es así. La palabra ciclo deriva del latín cyclus, y éste a su vez del griego kyklus que significa “círculo o rueda” y se refiere a un período de tiempo que termina y vuelve a empezar. Nuestro calendario está basado justo en la observación de los astros y de las estaciones del año. Los ciclos están presentes en la naturaleza, en la biología en la física y hasta en la economía. En resumidas cuentas somos seres cíclicos y eso implican que necesitamos cambiar y resignificarnos constantemente antes de morir.

            ¿Por qué es importante cerrarlos?

            Por que con ello permitimos que cumplan su objetivo. Te compartimos el ejemplo de los ciclos circadianos, es decir el de los procesos biológico ligados a la rotación de la Tierra sobre su eje que duran alrededor de 24 horas y marcan el ritmo de la existencia de todos los seres vivos. En el caso de los humanos, mientras dormimos suceden cambios muy importantes: se libera la hormona del crecimiento la cual permite que los huesos y los músculos se reparen, se generan más células de la piel, la médula ósea produce glóbulos rojos nuevos y hay un proceso desintoxicación que, según la medicina china, se lleva a cabo en horarios específicos: (Martínez, E. Mejora con salud, 2020):

            Es debido a estos procesos que los médicos recomiendan dormir entre siete y diez horas y que lo hagamos durante la noche, de lo contrario alteramos el ciclo natural de la restructuración de nuestro cuerpo.

            Muchas veces de manera inconsciente y otras por nuestros temores conscientes, decidimos dejar los ciclos abiertos, pensamos que “el tiempo” se encargará de acomodar las cosas. Y si bien hay una parte de verdad en esta frase, que por cierto escuchamos con frecuencia, es necesario que nosotros revisemos ese proceso, lo trabajemos, lo cerremos y después dejemos que el tiempo nos ayude a terminar de cerrar, tal como sucede cuando te cortas, hay que detener la hemorragia, limpiar, desinfectar, suturar, quitar los puntos y después con el paso de los meses disminuirá la cicatriz. Así, un ciclo que se queda abierto es una herida mal cicatrizada que puede abrirse e infectarse en cualquier momento.

            Y este cierre abarca no solo las vivencias o relaciones negativas, también impacta las positivas, solo como ejemplo baste recordar el Síndrome de Peter Pan, esa persona que se niega a crecer porque ama su infancia y teme ser adulto. O el caso de quien gana un reconocimiento importante y se queda bloqueado por el temor a no cubrir las expectativas que han puesto en él.

            Cuando te niegas a cerrar un ciclo, cierras también la posibilidad de crecer. Aplica en todos los casos desde los más obvios hasta los más profundos, emocionalmente hablando. Quien no se titula tiene conflictos para continuar su preparación académica; quien no termina de “divorciarse” carece de espacio suficiente para volverse a enamorar.

            ¿Cómo cerrarlos?

            Cerrar ciclos nos permite hacer cambios, reinterpretar lo que hemos vivido y redireccionar nuestro camino.  Freud decía que recordar es la mejor forma de olvidar. Suena paradójico y podría serlo si sólo recordamos para torturarnos pero cuando recordamos para aprender de la experiencia que vivimos entonces soltamos esa atadura que nos impide avanzar. Quizá el ejemplo más obvio es cuando estamos enojados con alguien, revivimos una y otra vez “lo que nos hizo” para que “no se nos olvide” y nos quedamos atrapados en esa emoción. Cuando logramos dar un paso más allá e intentamos mirar la situación desde otra óptica entendemos por que nos afectó tanto y qué es lo que nos toca trabajar de esa vivencia.

            Eduardo Herrera, tanatólogo y filósofo, explica que los humanos no podemos olvidar incluso lo que no hemos vivido (de ahí la memoria transgeneracional) por qué somos seres relacionales. Si yo niego a mis padres o exparejas voy a tender a repetir ese tipo de relación o a victimizarme, por ella. Una forma importante de cerrar los ciclos, desde la aproximación sistémica, es honrar los procesos y respetarlos. Toda relación, como dice el budismo, es inminentemente amorosa y compasiva aunque haya sido tormentosa. Hay que aceptarla, es imposible olvidarla, pero hay que resignificarla.

            Herrera, E. (2020) Diálogos en confianza.

            ¿Por dónde empezamos? Por lo más difícil, tener la conciencia de que necesitamos cerrar ese capítulo. Una vez tomada esta decisión te sugerimos este camino:

            • Enfréntalo: recuerda lo que pasó sin juzgarlo, intenta solo describir lo sucedido, entender lo que sentías en ese momento y recordar las posibilidades o herramientas con las que contabas. En caso de que se trate de resolver un asunto pendiente con alguien con quien puedes hablar, escucha, procura no interrumpir y de nueva cuenta, no juzgues.
            • Dialoga con la experiencia: ¿qué fue lo que pasó? ¿cómo te sientes ahora cuando lo recuerdas? Si tienes ahí a la persona, ¿habías pensado desde su lugar? Describe lo que sentiste, ¿para qué actuaste de esa manera?
            • Suelta: Hay quienes hablan de perdonar o de disculpar. Parece un juego de palabras pero el perdón implica una línea de jerarquía donde “el poderoso” es quien lo otorga. Cuando hay un diálogo y entendimiento de por medio surge la disculpa, es decir la posibilidad de que ambos se quiten “las culpas” y puedan comprender lo sucedido.
            • Resignifica: quizá lo más fácil, sobre todo en las experiencias que consideramos malas o injustas, es preguntarnos ¿por qué? Si cambiamos el cuestionamiento y nos enfocamos en el ¿para qué? La perspectiva cambia. ¿Para que tuve que vivir esta experiencia, conocer a esa persona, sufrir este incidente, perder a mi amigo? Sí podemos responder con una mirada constructiva entonces conseguimos darle un nuevo sentido que nos permitirá quedarnos en paz.
            • Agradece: viene completamente ligado al punto anterior y sí, por muy horrible que haya sido la experiencia siempre hay un aprendizaje que podemos agradecer.
            • Ritual de cierre: puede ser tan simple como el darnos la mano con la persona con la que teníamos el problema. Cuando hemos perdido a un ser querido por ejemplo, podemos escribirle, los budistas recomiendan no quedarnos con el escrito sino quemarlo. Esta actividad también es recomendable si el tema en cuestión es con alguien a quien ya no queremos o no podemos contactar. Y cuando se trata de un trabajo, una enfermedad, etc., agradece lo aprendido soltando lo que te hace daño, puede ser desprendiéndote de los objetos que aún te conectan con ello, como la credencial de la empresa o incluso guardándola desde un lugar amoroso, quizá vinculando ese objeto con lo bueno que te llevaste de ahí.
            • Lo haces por ti y para ti: esto es lo más importante, de ahí que no sea ten relevante el que podamos cerrar los ciclos personalmente, los principales beneficios de hacerlo son el crecimiento individual que obtienes y la posibilidad de transitar por la vida más ligero. Si en ese proceso hay más personas beneficiadas es un gran plus pero no es el objetivo principal. También recuerda que, en muchos casos, ese ajuste de cuentas lo tenemos pendiente con nosotros mismos.

            Los rituales y el cierre de año

            Usar ropa interior roja o amarilla, subir y bajar escalera con una maleta vacía o comerse las 12 uvas son algunos de los rituales que se acostumbran para atraer dinero, amor, viajes etc., para el Año Nuevo. Los rituales son aspectos simbólicos que nos permiten poner en un objeto nuestro nuestros deseos. El 2020 nos quitó muchas cosas, desde nuestra libertad de movimiento hasta la vida de nuestros seres queridos. Dejemos que esas perdidas se vayan con el año. Honremos la vida de quienes fallecieron. Quedémonos con los aprendizajes. Agradezcamos que hoy esperamos el 2021 siendo más resilientes. Cerremos ciclos, hagamos rituales personales e íntimos para abrir la puerta y recibir los retos que nos depara este nuevo ciclo.

            ¿Cómo sé si ya se cerró?

            Como en todos los procesos emocionales, no existen fórmulas precisas pero, si te lo sigues preguntando es por que aún quedaron cosas pendientes. Una manera de detectarlo es identificando que emociones sientes cuando recuerdas ese momento o esa situación, ¿aún hay dolor, rencor, miedo, angustia?, ¿está afectando alguna área de tu vida profesional, personal? Entonces aún no está resuelto. Sí, quizá ya has trabajado en eso, tal vez ya resolviste la parte más evidente, pero todavía hay cosas o sentimientos por atender. Ten paciencia, no lo evites, sólo date el tiempo necesario para terminar el proceso. Hay cierres que son más complejos y dolorosos, en esos casos necesitamos ayuda. ¡Búscala!

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            Referencias:

            • Blasco, E. (2020) Cómo se regenera nuestro organismo durante la noche. Mejor con salud. https://mejorconsalud.as.com/como-se-regenera-nuestro-organismo-durante-la-noche/
            • Guerrero, A. (Productora) Varela, M (Coordinadora de Información) (2020) No dejes ciclos sin cerrar. Diálogos en confianza [Programa de televisión] México, 24 de diciembre del 2020 Canal 11. Conduce Marisa Escribano 56´.
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