“Nada dura para siempre. Ni el helado. Ni las películas.
Ni lo feo. Ni lo lindo. Ni mamá.
(Pero yo voy a estar en tu corazón.
Hasta que vos tampoco dures para siempre
pero estés en otros corazones
y así nada muere nunca,
algo sigue siempre)”.
María Vázquez, El libro de Nippur
El diagnóstico de cáncer de ovario metastásico fue el detonante para que María tomará un cuaderno en blanco y lo convirtiera en un legado para su hijo y una inspiración para encontrar un sentido a sus últimos días, partiendo del enigma de la vida que con tanta dedicación estudio Heidegger y que al final lo resumió en una frase: “el hombre es un ser para la muerte”.
Para el filósofo la percepción personal de la muerte, paradójicamente, le daba sentido a la vida y en El cuaderno de Tomy, la agonía de María va ligada al proyecto de concluir su herencia, con ello se confirma esta teoría que también respaldaría, desde otro lugar, el el neurólogo y psiquiatra Víktor Frank.
María (Valeria Bertuccelli) está lejos de ser una erudita intelectual, su sabiduría está en sus entrañas, esas que dice están vacías tras haber sufrido una histerectomía pero que conectan perfectamente para dictar cada uno de los trazos, las palabras y los dibujos con los que intenta explicarle a su pequeño hijo de 3 años y medio los secretos de la vida, desde las películas que le sugiere ver como E.T. o Star Wars hasta la reflexión profunda sobre la “inmortalidad”.
El realizador argentino, Carlos Sorín, quien cuenta en su haber con cintas como Días de pesca en Patagonia (2012) y Joel (2018), mantiene la tensión dramática mediante su excelente dirección actoral. Encuentra el punto justo para crear empatía con el espectador sin permitir que María salga victimizada, situación por demás compleja en una cinta con esta temática.
Y es que el cineasta y la actriz, como lo han comentado en algunas entrevistas, quisieron permanecer fieles a la esencia de la historia de María Marie Vázquez, una arquitecta y bloguera argentina que sufrió de un cáncer agresivo que le hizo perder la vida en siete meses. Su historia tuvo gran resonancia en Argentina, primero en las redes sociales, luego en los medios de comunicación y, después de su muerte, con la publicación de El cuaderno de Nippur que escribió para su pequeño.
Sorín, también guionista de la película, resalta al Twitter como un personaje protagónico, funge en primera instancia como la vía de desahogo de María, poco a poco se transforma en su refugió, el espacio desde el cual recibe apoyo y acompañamiento de sus seguidores, donde narra lo que pasa en su cuerpo y del que después sale un reportaje contundente publicado, nada más ni nada menos, que en el periódico El Clarín.
Hay una protagonista estelar, la aceptación, esa que permite al resto de los personajes enfocarse en lo que se debe hacer no para huir de la muerte sino para garantizar una calidad de vida digna y un desenlace humanitario. Ahí es donde empieza un profundo debate, ¿cuál es la diferencia entre la eutanasia y la sedación asistida? ¿Quién la merece? ¿Por qué?
La cinta muestra una coral de personajes encabezado por Federico, esposo de María y el doctor Vigna quien hace la mejor descripción de la relación de pareja que mantienen: “ustedes tienen una simbiosis sanamente patológica” y sí, justo así es. En la vida real tuvieron una relación de 20 años y 13 de convivencia. En la cinta, el amor incondicional entre ambos es admirable, pues ante la inminente necesidad de María de pasar sus últimos meses en el hospital, Federico elige la mejor habitación para ella, la decora con detalles íntimos, monta un campamento nocturno para acompañarla, arregla con los abuelos, que se hagan cargo de las necesidades cotidianas de Tomy. En resumen hace todo lo necesario para dedicarse a cuidarla.
Con sarcasmo y dolor ella recuerda: “cuando Fede firmó el contrato de matrimonio, en el apartado que decía que estaríamos juntos hasta que la muerte nos separe, no leyó las letras pequeñas, esas que decían que sería más rápido de lo que imaginaba”. Le duele saber que lo dejará desamparado por ello le pide a Maru, su mejor amiga, que se asegure que salga, que conozca personas, “que coja” y le deja una encomienda muy especial, que desaparezca de casa el disco con la canción de la pareja “para que no se torture oyéndola una y otra vez.”
No sólo lo cuida, reconoce su entrega y la destaca, justo cuando llega el momento de planear la posibilidad de la sedación asistida: “el mayor regalo de amor que me puede dar Federico es el de gestionar mi propia muerte.”
Y el de su grupo de apoyo, en el que destacan el ateo Charlie autor, por cierto, de sabios consejos sobre la fe y Joy, la analista lacaniana, es asegurarse de cumplir sus exóticos deseos además de garantizar el bienestar del pequeño Tomy quien al llegar al hospital en el que habita su madre la encuentra sonriente, juguetona con una mirada chispeante con la que desea registrar hasta el último detalle del rostro de su pequeño.
Sorín entreteje el dolor de María, el avance de la enfermedad y el humor, a veces sarcástico, desde una sobriedad impecable apegada a las frases de la protagonista. En la película no hay espacio para el melodrama, ni la culpa, lo que hay es una mujer que vive con dignidad su agonía.
El cuaderno de Nippur es una lectura obligada, por su forma y su fondo al tiempo que El cuaderno de Tomy es un lección que nos apele a todos: “Vivir implica morir muchas veces,” pero hay una gran distancia entre el dolor y el sufrimiento esa es la reflexión final de María y la invitación a enamorarse de la vida porque cuando uno está al borde de la muerte “todo se siente más fuerte y más vivido. Quisieras sentir, degustar y amar y, a la vez, esa energía es insostenible, no hay alma enferma que lo aguante.”
El cuaderno de Tommy (Argentina, 2020)
Dirección y guion: Carlos Sorín
Actúan: Valeria Bertuccelli, Esteban Lamothe, Mauricio Dayub, Carla Quevedo, Malena Pichot, Monica Antonopulos, Diego Gentile, Paola Barrientos, Ana Katz, Diego Reinhold, Ana Pauls, Romina Ricci, Julian Sorin, Beatriz Spelzini, Catarina Spinetta
Trailer
Disponible: Netflix